Durante un tiempo estuve trabajando en un Co-working muy chulo en Lisboa. Era un lugar donde nos juntábamos varios profesionales del sector de las obras: ingenieros civiles, arquitectos, diseñadores y decoradores. No solo compartíamos espacio de trabajo, también problemas y soluciones. De forma sorprendente, uno de los arquitectos, delegó en mi, el diseño de interiores del piso de unos familiares.
Acepté el desafío y fui a conocer el piso de una pareja de brasileños encantadores. Ellos trabajaban y residían en Londres, y tenían un apartamento arquitectónicamente muy bonito en el barrio de Graça, en Lisboa. Sin embargo, la decoración y el mobiliario era tan escaso y tan poco adecuado, que hacía que el piso pareciese frio e impersonal.
Necesitaban una persona de plena confianza que, mientras ellos estaban en Londres, les hiciese una pequeña reforma y les actualizase todos los muebles y decoración, con el objetivo de transformar ese piso frio e impersonal en su futuro hogar, donde pretendían residir en cuanto se jubilasen.
Este fue mi primer proyecto “ a distancia”, y el primero en el sentí cierta libertad para poder dar rienda suelta a mi creatividad: Redistribuí todos los espacios y elegí todo el mobiliario, textiles, iluminación y decoración. Al tratarse de un piso pequeño, con tan solo dos habitaciones, diseñé un armario empotrado con una cama oculta y una gran estantería en el salón que se convirtió en la gran protagonista de la vivienda.
Quedaron tan contentos y agradecidos con mi trabajo que pasaron mi contacto a sus amigos con pisos en Lisboa. Para mi, este proyecto, fue la confirmación de que el giro radical que había dado mi vida profesional, había valido la pena.